
¿De repente te sientes juguetón en público? Aquí te contamos cómo manejarlo con humor y discreción
Todos hemos pasado por eso: estás haciendo recados, tomando un café o simplemente ocupándote de tus asuntos cuando, de repente, una ola de deseo sexual inesperado te invade. Ya sea un momento fugaz o una sensación más persistente, lidiar con la excitación repentina en público puede ser, bueno, complicado. ¡Pero no temas! Con un poco de autoconciencia, algunas estrategias de afrontamiento discretas y una buena dosis de humor, puedes afrontar estas situaciones con gracia y compostura.
Reconoce y acepta tus sentimientos
En primer lugar, es importante entender que experimentar impulsos sexuales repentinos es algo completamente normal y natural en el ser humano. Nuestros cuerpos y mentes no siempre se alinean con las convenciones sociales de los momentos y lugares "apropiados". La clave es reconocer y aceptar estos sentimientos sin juzgar ni avergonzarse.
Respira profundamente y recuerda que tu deseo es válido y no hay nada de qué avergonzarse. Reconocer tu excitación, en lugar de tratar de reprimirla, puede ayudarte a manejar la situación de manera más eficaz.
Estrategias de afrontamiento discretas
Ahora que has aceptado tus sentimientos, es hora de poner en práctica algunas estrategias discretas para afrontarlos. Los ejercicios de respiración profunda pueden hacer maravillas para calmar tanto tu cuerpo como tu mente. Inhala lentamente por la nariz, mantén la respiración durante unos segundos y luego exhala lentamente por la boca. Repite el proceso según sea necesario.
Las prácticas de atención plena también pueden ser increíblemente útiles en espacios públicos. Concéntrese en su entorno y observe las vistas, los sonidos y los olores que lo rodean. Describa mentalmente lo que observa con detalle, permitiendo que su mente se absorba en el momento presente en lugar de en sus sensaciones físicas.
Si la respiración profunda y la atención plena no funcionan, intenta redirigir tus pensamientos hacia algo completamente no sexual. Recita mentalmente el alfabeto al revés, enumera todas las capitales de los estados o planifica tu próxima lista de compras. Cualquier cosa que distraiga tu cerebro de la tarea en cuestión (juego de palabras intencionado).
Ajustes físicos
Además de los ejercicios mentales, hay algunos ajustes físicos sutiles que puedes hacer para controlar tu excitación. Cambia el peso de un pie al otro, cruza y descruza las piernas o junta suavemente los muslos. Estos pequeños movimientos pueden ayudar a aliviar cualquier malestar físico sin llamar la atención.
Si es posible, busca un lugar cómodo y privado para sentarte o pararte. Un rincón tranquilo, un auto estacionado o incluso un baño público pueden brindarte un poco más de aislamiento y control sobre tu entorno.
Técnicas de autocuidado
Cuando todo lo demás falla, es hora de sacar las armas pesadas: tu kit de herramientas de autocuidado. Los ejercicios mentales como la visualización pueden ser increíblemente poderosos. Imagínate en un entorno sereno y sensual, como un baño cálido a la luz de las velas o una playa tropical aislada. Deja que tu mente se pierda en los detalles, permitiendo que tu cuerpo se relaje y que tu excitación disminuya.
También puedes intentar tensar y relajar los músculos del cuerpo, empezando por los dedos de los pies y avanzando hacia arriba. Esto puede ayudar a disipar la tensión sexual acumulada sin llamar la atención.
Cuándo darse un gusto (de forma segura)
Por supuesto, puede haber momentos en los que simplemente no puedas (o no quieras) resistir tus deseos. Si te encuentras en un entorno privado y cómodo con la oportunidad de darte un gusto, ¡hazlo! Solo asegúrate de respetar los límites del consentimiento y la discreción.
Una visita rápida al baño, un momento discreto en el automóvil o un momento privado en casa pueden brindarle el alivio que necesita sin comprometer su decoro público.
El humor en el manejo de la situación
Seamos realistas: lidiar con una excitación sexual repentina en público puede ser a la vez incómodo y divertido. Acepta lo absurdo de la situación e intenta encontrarle el lado gracioso. Imagina la imagen mental de una persona recatada y formal que de repente se ruboriza de deseo mientras espera en la fila del DMV. Ríete para tus adentros de la vez que tuviste que reacomodar sutilmente tu ropa interior durante una reunión de trabajo.
Reírse de lo ridículo que es todo puede ayudar a disipar la tensión y hacer que la experiencia sea un poco más llevadera. Pero asegúrese de guardarse la diversión para usted mismo, no sea que atraiga aún más atención no deseada.
Conclusión
En definitiva, para afrontar un deseo sexual inesperado en público es necesario encontrar el equilibrio adecuado entre autoconciencia, estrategias de afrontamiento discretas y una dosis saludable de humor. Recuerda que tus sentimientos son válidos y que, con un poco de práctica, puedes afrontar estas situaciones con gracia y compostura.
Así que la próxima vez que te sientas de repente juguetón en medio de la tienda de comestibles, respira profundamente, haz un rápido repaso mental y afronta la situación con la discreción y el buen humor que solo tú puedes aportar. Tu cuerpo (y quienes te rodean) te lo agradecerán.